Pequeña historia de Inglaterra : G.K. Chesterton ; revisión Alfonso Reyes.
Idioma del resumen: Español Series Biblioteca Calleja. Primera SerieEditor: Madrid : Saturnino Calleja, 1920Descripción: 312 páginas ; 20 cmTipo de contenido:- 942 22
Tipo de ítem | Biblioteca actual | Signatura topográfica | Copia número | Estado | Código de barras | |
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Seminario Conciliar General | 942 C437 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej.1 | Disponible | 04538 |
Pequeña clave para la pequeña historia. -- La provincia de Britania. -- La era de las leyendas. -- La derrota de los bárbaros. -- San Eduardo y los Reyes Normandos. -- La era de las cruzadas. -- El problema de los Plantagenets. -- Qué quiere decir la alegre Inglaterra. -- La nacionalidad y las guerras con Francia. -- La guerra de los usurpadores. -- La rebelión del rico. -- España y el cisma de las naciones. -- La era de los puritanos. -- El triunfo de los Wighs. -- La guerra con las grandes repúblicas. -- La aristocracia y los descontentos. -- La vuelta de los bárbaros.
Además de las notas que acompañan a esta traducción, conviene que el lector no familiarizado con la historia inglesa recorra las siguientes líneas, donde se ha procurado extractar los hechos absolutamente indispensables para la inteligencia de la PEQUEÑA HISTORIA. La provincia de Britana -Redondeando cifras, la romanización de la provincia de Britania abarca del año 50 a. J. C. al 450 de la Era vulgar. Julio César hizo un-tanteo militar en la Britania el año 55 antes de J. C., y al año siguiente volvió. La verdadera conquista romana comenzó en 43 a. J. C., bajo Aulio Plautio. A principio del siglo V, la Britania queda cortada de Roma por una doble causa: 1) La conquista de las Galias por los teutones; las Galias eran el camino entre Inglaterra y Roma; 2) Las invasiones de laxos, anglos e iutos en Inglaterra. El rey británico Vortigern los había llamado para que le ayudaran a contener la furia de los salvajes pictos de Escocia y de los piratas irlandeses; pero los aliados no salieron más de Inglaterra. Entre tanto, Roma ya había dejado allí algunas simientes de cristianismo.
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