Moral social y espiritualidad. Una con(i)nspiración necesaria Julio Luis Martínez
Idioma: Español Series Colección Presencia Teológica ; No.182Editor: Santander Sal Terrae 2011Descripción: 174 páginas 21 cm Tipo de medio:- 9788429319170
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Seminario Conciliar General | 230 C673 No.182 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Ej.1 | Disponible | 21010 |
Presentación: ¿Adónde vamos y por qué?.-- Compromiso social desde dentro de la espiritualidad Ignaciana.-- El sujeto espiritual moral en la cultura de la globalización.-- La verdadera moral del cristianismo es el amor. Donde se cruzan los caminos de la espiritualidad y la moral.-- La virtud como gran categoría de encuentro entre la ética y la espiritualidad
Este libro trata de moral social. Afronta cuestiones como la globalización, los derechos humanos, la caridad, la justicia social, la solidaridad, la opción por los pobres, la ecología, la investigación social o la cultura de la virtualidad real. Y lo hace siempre buscando la clave de la espiritualidad que alimenta y sostiene las opciones cristianas ante tales asuntos.
En el tratamiento de esos temas, las encíclicas del Papa Benedicto XVI Deus caritas est y Caritas in veritate ocupan un lugar especialmente destacado, y en la construcción del hogar espiritual de la moral social cuenta sobre todo con la espiritualidad ignaciana y los Ejercicios Espirituales.
Si el Concilio Trento puso las bases para la separación entre moral y espiritualidad, el Vaticano II recuperó la relación entre ambas. Desde planteamientos como la llamada universal a la santidad (LG 5) o la tarea de la moral de «mostrar la excelencia de la vocación de los fieles en Cristo y su obligación de producir frutos en la caridad para la vida del mundo» (OT 16), carece de sentido pensar que la Teología espiritual tiene que estudiar el comportamiento positivo de los fieles, relacionado con la gracia de Dios, y que la Teología moral debe centrarse en el comportamiento negativo, asociado a la ley, las normas y el pecado. Al contrario, la vida moral es también expresión práctica de la gracia divina actuando en cada persona, y por eso necesita conectarse con la dimensión teologal y espiritual de horizonte de sentido, donde se alimentan las motivaciones y actitudes básicas. Por su parte, la espiritualidad ha de encontrar los cauces adecuados para interpretar y expresar el compromiso intramundano. Ambas perspectivas son constitutivas y esenciales de la vida y la existencia teologal de las comunidades y de cada uno de los cristianos, y permitir que se encuentren y «co(i)nspiren» es una obligación irrenunciable a la que también deben ayudar los teólogos. En eso está esta sencilla obra.
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