Magnificat contra las actitudes de desesperanza institucional. -- El Señor que nos funda. -- El principio y fundamento de nuestra misión episcopal. -- Dimensión pastoral de nuestro estar fundamentados en Cristo. -- El Señor que nos reprende y nos perdona. -- El espíritu del mundo o el "antirreino". -- El Señor que nos llama y nos forma. -- El Señor que nos forma. -- El Señor que combate por nosotros y con nosotros. -- El Señor que nos misiona. -- El Señor que nos reforma. -- El Señor que nos unge: las tres maneras de humildad. -- El Señor, muerte y resurrección nuestra El Señor que nos transforma con su Amor.

La esperanza es cierta, nos la da el Padre de la Verdad. Discierne lo bueno y lo malo. No rinde culto a lo óptimo (no cae en el optimismo) ni se cree segura en lo pésimo (no es pesimista). Porque la esperanza discierne entre el bien y el mal, es combativa; y combate sin ansiedad ni obcecación, con la firmeza de quien sabe que corre a una meta segura, como esperanzadamente lo dice el autor bíblico: ±corramos, con constancia, en la carrera que nos toca, renunciando a todo lo que nos estorba y al pecado que nos asedia (Heb 12,1)"