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Diálogo de las religiones y autocomprensión cristiana Andrés Torres Queiruga

Por: Idioma: Español Series Colección Presencia Teológica ; No.143Editor: Santander Sal Terrae 2005Descripción: 151 páginas 21 cmTipo de contenido:
Tipo de medio:
Tipo de soporte:
ISBN:
  • 9788429316179
Tema(s): Clasificación CDD:
  • 230 C673 No.143 22 C673 No.143
Contenidos:
Prólogo.-- La particularidad como necesidad histórica.-- La plenitud y definitividad de la revelación cristiana.-- El encuentro entre las religiones
Revisión: Respuestas humanas al universal amor de Dios, sin elecciones ni privilegios por Su parte, todas las religiones deben buscar la máxima comunión posible. Sólo compartiendo lo que creen mejor, en un diálogo lleno de respeto y siempre dispuesto a dar y recibir, pueden ir acercándose a la inagotable riqueza del Misterio. Él es el único centro verdadero que a todas descentra en la justa medida en que lo acogen, y en ese mismo movimiento va produciendo su convergencia posible, uniendo sin imponer y acercando sin abusar. Comprendido así, el diálogo no pide el desdibujamiento de la propia identidad. Lo que exige es únicamente mantenerla abierta, porosa y receptiva: semper reformanda, siempre en trance de reforma. La experiencia muestra que todo avance en la comunión sólo mata las identidades narcisistas, mientras que enriquece la verdadera identidad. Ésta no está nunca en el pasado muerto, sino delante, en el futuro de Dios, que es siempre llamada a la conversación y promesa de una mayor plenitud.
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Tipo de ítem Biblioteca actual Signatura topográfica Copia número Estado Código de barras
Libro Libro Seminario Conciliar General 230 C673 No.143 (Navegar estantería(Abre debajo)) Ej.1 Disponible 21657

Prólogo.-- La particularidad como necesidad histórica.-- La plenitud y definitividad de la revelación cristiana.-- El encuentro entre las religiones

Respuestas humanas al universal amor de Dios, sin elecciones ni privilegios por Su parte, todas las religiones deben buscar la máxima comunión posible. Sólo compartiendo lo que creen mejor, en un diálogo lleno de respeto y siempre dispuesto a dar y recibir, pueden ir acercándose a la inagotable riqueza del Misterio. Él es el único centro verdadero que a todas descentra en la justa medida en que lo acogen, y en ese mismo movimiento va produciendo su convergencia posible, uniendo sin imponer y acercando sin abusar.

Comprendido así, el diálogo no pide el desdibujamiento de la propia identidad. Lo que exige es únicamente mantenerla abierta, porosa y receptiva: semper reformanda, siempre en trance de reforma. La experiencia muestra que todo avance en la comunión sólo mata las identidades narcisistas, mientras que enriquece la verdadera identidad. Ésta no está nunca en el pasado muerto, sino delante, en el futuro de Dios, que es siempre llamada a la conversación y promesa de una mayor plenitud.

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